Actualizado hace 10 años – Publicado el 30 de septiembre de 2013
Nicolás Oheix es originario de París. Desde muy joven conoce España, sobre todo Andalucía, lugar al que ha decidido emigrar. A sus 29 años, ha elegido Málaga para vivir -llegó en marzo de 2012- y acaba de emprender un nuevo proyecto con el que quiere compartir con los malagueños sus raíces francesas: una crepería en el famoso barrio de Teatinos. Charlamos con él en esta entrevista enmarcada en la campaña Todas las piezas son importantes.
¿Por qué emigró a Málaga?
Por la calidad de vida. No iba a salir de París para meterme en otra capital. Aquí, cuando salgo, tengo la playa al lado de mi casa. Además los 9 meses de sol que hay aquí no los tenemos en París, ni los chiringuitos con espetos o rosada frita, ni el alquiler de 50 m² a 300 euros, ya que ahí es más caro, etc…
¿Qué diferencias culturales ha notado entre la gente de París y la de Málaga?
París no se puede comparar con Málaga, con una ciudad como Madrid a lo mejor sí. Málaga es una ciudad más pequeña, con gente muy diferente. Están más relajados. En París nos pasamos la vida corriendo para ir a cualquier sitio: a trabajar, coger el metro, o el autobús. Aquí hay mucha tranquilidad.
¿Cómo se le ocurrió la idea de montar una crepería en Málaga?
Vine a Málaga para buscar algo con el ahorro que tenía. Monté un primer proyecto con un amigo, que al final no funcionó. Mi madre me metió en la cabeza lo de la crepería. Pero yo no quería hacerlo como ella quería, en plan restaurante tradicional con mesas. Yo, en mi idea de hacer un negocio, pienso que siempre hay que aportar una idea nueva, hacer algo que no existe, o si existe hacerlo de manera que se cambien cosas, para mejorar o innovar, pero no hacer como los demás.
¿Con la crepería la idea es mezclar las dos culturas, francesa y española?
Yo lo que quería era hacer un restaurante de comida rápida para llevar, más barato, con envases de cartón, sin camareros… Lo de las dos culturas era más para que la gente pueda encontrar lo que le gusta comer, y no dar la impresión de ser un francés que impone su manera de comer como en Francia. Porque entonces el negocio puede fracasar. Los sabores son mezclados, intentamos adaptarlos a los gustos españoles. España tiene su propia tradición culinaria y se debe respetar. Se pueden cambiar o adaptar ciertas cosas pero no se pueden ignorar totalmente.
¿Qué es lo que más le gusta de Málaga?
Con mi negocio, últimamente no tengo mucho tiempo, ya que estoy aquí 16 horas al día. Pero las oportunidades de cambiar de aires son importantes y no las tienes en París.
¿Ha notado discriminación alguna vez por ser inmigrante?
Nunca, no me puedo quejar. En el tema del negocio, con todo el papeleo y demás, todo me ha salido muy bien. A lo mejor he tenido mucha suerte, pero no he tenido ningún problema. Incluso creo que a veces me han tratado mejor porque sabían que no era de aquí. Si eres inmigrante la gente te orienta un poco mejor y explica las cosas mejor
¿Conoces a algún inmigrante que sí haya sufrido discriminación?
Mi experiencia es que aquí o en cualquier parte del mundo, o en Europa por lo menos, no van a tratar igual a un europeo que a un chino o africano. Hay una jerarquía de inmigrantes que es evidente, es insoportable pero no se puede negar. Según el nivel de desarrollo de tu país te tratan mejor o peor.
¿En sudía a día está rodeado de españoles o inmigrantes?
A parte de mi novia con la que comparto mi vida, que es alemana, y un amigo francés, el resto son españoles.
¿Que sensación tiene con los crepes? ¿Gustan?
Pues por el momento veo que sí. Desde el 2 de julio que abrimos, solemos preguntar a los clientes y la mayoría dice que les gusta, así que tenemos muy buenas opiniones. Quien venga a la crepería, se encontrará con un estilo francés con sabor español. Tenemos una terraza para disfrutar de los crepes salados y dulces y zona wifi gratis en todo el local. Estamos en la c/ Eolo 1 en el barrio de Teatinos. Además estamos en Facebook en la página https://www.facebook.com/Crepissimo y muy pronto en www.crepissimo.es.
Entrevista realizada por Elsa Rodríguez, voluntaria del Departamento de Comunicación de Málaga Acoge.