Nuestro espacio mensual en La Opinión de Málaga recogió esta vez las reflexiones de Luis Pernía, presidente de la Plataforma de Solidaridad con los y las Inmigrantes de Málaga, de la que forma parte Málaga Acoge. Puedes leerlo en su ubicación original AQUÍ y también lo reproducimos a continuación:
El día 7 de octubre diversas organizaciones convocamos la Jornada Mundial por el Trabajo Decente para reivindicar el trabajo como derecho y actividad para el cuidado de las personas, del bien común y del planeta.
Los últimos avances en el mundo del trabajo, fruto de la negociación y el acuerdo social, han supuesto políticas que, siguiendo las orientaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) , atienden a una recuperación centrada en las personas y en el trabajo decente.
Pero queda mucho por hacer. Hay millones de personas trabajadoras que siguen sin poder acceder a un trabajo decente. El alto paro estructural nos exige trabajar por la creación de empleo, sabiendo además que las condiciones de trabajo siguen siendo de carácter precario para miles de personas trabajadoras, fundamentalmente para las mujeres y los jóvenes.
Desde las organizaciones sociales consideramos de gran importancia estudiar la reducción de la jornada laboral, sin que ello redunde en bajada salarial y vemos necesario también que debe aflorar el trabajo que se desarrolla en el ámbito de los cuidados y convertirse ya en trabajo decente.
Así mismo, pedimos garantizar el acceso a un trabajo decente a medio millón de trabajadores y trabajadoras migrantes en situación administrativa irregular y desde aquí nos sumamos a la Iniciativa Legislativa Popular promovida por la Plataforma Regularización Ya que, independientemente de los avances en la reciente reforma del Reglamento de Extranjería, entiende que es urgente una regularización en términos más amplios.
La realidad nos dice que la política migratoria española ha sido no hacer política, dejando que los trabajadores extranjeros se incorporen a la economía sumergida. La verdad es que no nos ha ido mal: Hemos incorporado un inmigrante joven, soltero, centroafricano, musulmán no-practicante para la agricultura de base; una mujer de mediana edad, con cargas familiares en origen, de tez clara y católica practicante para el servicio doméstico; hombres sin familia, que viven en las obras donde trabajan; mujeres y hombres sin horario laboral para la hostelería y la limpieza industrial; conductores incansables para el transporte y la pequeña distribución de mercancías, etcétera.
La reforma del Reglamento de Extranjería aprobada el julio de 2022 da agilidad administrativa a este estado de cosas, hace más fácil el paso de la irregularidad a la regularidad, pero no incide e n las condiciones de trabajo. En un Estado de Derecho no deberían consentirse situaciones de empleo que hagan más rentable el trabajo de unos u otros en función de su origen.
Es un escándalo que dos personas trabajadoras mueran todos los días en nuestro país como resultado de no garantizar la seguridad y salud en el trabajo. El trabajo no es para la muerte, sino para la vida y, por tanto, resulta inaplazable que este tema entre en la agenda política.
Finalmente y recordando a las más de 30.000 personas migrantes que han muerto en el Mediterráneo en los últimos años buscando trabajar en Europa para lograr una vida mejor, reiteramos el lema de este año en el Día del Trabajo Decente: sin hombres y mujeres comprometidos, no será posible el trabajo decente.