Nuestro espacio Málaga Solidaria en La Opinión de Málaga, que compartimos con varias asociaciones, recoge las reflexiones de Carmen Espeja, voluntaria y coordinadora de las clases de español en Málaga. Puedes leerlo en este enlace y lo copiamos a continuación:
por Carmen Espeja*
Si has tenido que dejar atrás tu tierra, tu casa, tu familia… y te encuentras entre personas desconocidas, en un lugar extraño donde hasta las palabras se vuelven sonidos sin significado, has de poner en marcha, con urgencia, estrategias para sobrevivir.
¿Quién eres ahora? ¿Qué elementos de los que han construido tu vida y la sostenían te sirven para ubicarte en este nuevo entorno? ¿Cómo afrontar, sin dejar de ser quien eres, esta nueva manera de estar en el mundo? Un mundo tantas veces soñado, que se presenta cargado de esperanzas y no libre de amenazas… ¿Qué llaves necesitas para acceder a ese universo desconocido y no pocas veces hostil?
El universo de las palabras, su significado y su capacidad de relacionarnos con las cosas y sobre todo con las personas, es de los primeros a conquistar. Las palabras son llaves que abren puertas. Es necesario aprender no sólo su significado, también su uso, su contexto, hacerlas propias y disfrutar la emoción de su descubrimiento y las posibilidades que ofrecen.
Casa, trabajo, agua, cita, mesa, vecina, médico, pan… Palabras sencillas, tan necesarias como lo que nombran, tan concretas y vitales que casi se tocan cuando se tocan las cosas… o al revés. No menos necesarias son las que abren las puertas a la comunicación, tan ligada a la esencia del ser humano. Palabras para comprender y hacernos comprender. Sustentan emociones, compromisos, afectos, sentimientos…, nos ayudan a manejarlos y compartirlos. Hay otras palabras que no necesitan ser pronunciadas para desplegar su poder. Por la amplitud y profundidad de su significado por sus efectos sobre las personas, las relaciones entre ellas y su capacidad de transformar la realidad son la llave para abrir todas las puertas. Tienen nombre propio: dignidad, derechos, ciudadanía, solidaridad, acogida, empatía…
En este juego entre las palabras y sus significados se encuentran enmarcadas las clases de español de Málaga Acoge. Un equipo de personas voluntarias, con ilusión y creatividad, trata de ayudar a personas inmigrantes a renombrar las cosas, a comprender el mundo que les rodea y a utilizar el nuevo código lingüístico como llave que abra las puertas a la comunicación, al trabajo y a la integración como ciudadanas y ciudadanos de derecho.
Mujeres y hombres de distintas procedencias, culturas, edades… acuden a nuestras clases donde se conjugan, en sus formas más sencillas y cotidianas, los verbos hablar, escuchar, aprender, comprender, preguntar, responder, acoger, agradecer, sonreír… En este espacio de aprendizaje y convivencia aprendemos todas y todos.
Además de aprender el nuevo idioma, este espacio de encuentro y aprendizaje se convierte en una oportunidad de socialización. Personas que no tienen redes de apoyo familiar, acaban de llegar o permanecen aisladas aún después de haber vivido aquí mucho tiempo, encuentran en el grupo un entorno amigable donde relacionarse.
En el día a día de esta actividad hay dos elementos que se entrecruzan y complementan: Personas que desean, necesitan, aprender esas palabras que pueden abrirles puertas para normalizar la vida y personas voluntarias que, desde la gratuidad, ofrecen su tiempo, sus saberes, su empatía para que esto sea posible. La motivación, esfuerzo, constancia… de las unas es refuerzo para las otras.
El equipo de voluntariado de Málaga Acoge que se ocupa de las clases de español está formado, en su mayoría, por personas jubiladas provenientes del ámbito educativo y de otras profesiones. Años de experiencia, disponibilidad, apertura, trabajo colaborativo y gran dosis de entusiasmo dan razón de su buen hacer. La llegada de nuevas personas voluntarias permite ampliar la acogida a quienes manifiestan necesidad de aprender nuestro idioma.
En estos tiempos de pandemia no está siendo fácil conjugar el compromiso con nuestro alumnado y nuestras posibilidades reales con todas las exigencias de responsabilidad y cuidados a que nos ha obligado la Covid-19. Una de nuestras dificultades ha sido contar con espacios adecuados para esta nueva situación. El curso pasado pudimos contar con locales parroquiales de La Amargura, este año de la parroquia San Pablo. Gracias.
Son tiempos difíciles, seguramente más aún para las personas que participan en nuestras clases, quizá por eso más que nunca es necesario que puedan contar con nuestro apoyo y el del grupo para poder seguir descubriendo las palabras y sus significados. Porque son tiempos difíciles para todo el mundo, quizá sea más necesario que nunca echar mano de esas palabras que tienen nombre propio y son la llave para abrir todas las puertas.