“Aprendes mil cosas y más. Aprendes a trabajar por lo que crees correcto, a ser parte activa de la sociedad, a madurar como persona y como profesional. Aprendes el verdadero significado de integración social, tolerancia y respeto”. Así de rotunda se muestra Carmen Rosario Lizandro con su experiencia como voluntaria en Málaga Acoge. Una economista que se encuentra realizando un curso de especialización en Comercio Internacional que imparte clases de español en la sede de Fuengirola desde hace tres años en su tiempo libre y que anima a cualquier otra persona a realizar un voluntariado en la asociación. “Mucha gente lo que necesita es tener oportunidades de para ser parte de una solución a un problema cada vez mayor. Y Málaga Acoge es una plataforma perfecta para poner en marcha iniciativas o proyectos que de forma individual resultarían imposibles de hacer”, añade.
Carmen Rosario Lizandro llegó a Málaga en 2008 desde Lima, capital peruana donde nació. Con familia en Cádiz y Madrid, en Málaga necesitaba conocer mejor el funcionamiento de la sociedad, de las leyes y otros aspectos, así que en una búsqueda por Internet dio con la web de Málaga Acoge. “La entidad me llamó la atención porque se presentaba como una alternativa sencilla, cercana y segura para cualquier inmigrante”, cuenta, mientras relata que no se acercó hasta la asociación cuando conoció a otra voluntaria. Desde entonces, da clases de español para adultos. Imparte el máximo nivel donde enseña gramática, morfología o sintaxis, aunque también echa una mano en el área Laboral.
Como inmigrante, cree que el papel de los voluntarios que dedican su tiempo a ayudar en ellas es fundamental: “Es lo que hace que se siga luchando por concienciar a la sociedad y el gobierno que todos somos iguales, que debemos tener los mismos derechos y obligaciones. Que la inmigración no es un problema, sino una ventaja social”. Y su papel como “voluntaria extranjera” también es especialmente importante, ya que su propia experiencia personal puede ayudar a otros muchos que llegan en una situación parecida a la suya, explica Carmen, que ha encontrado en la sede de Fuengirola de Málaga Acoge una segunda familia: “Todos sabemos cual es nuestro papel de voluntarios. Somos un grupo muy unido”.
Tras su experiencia en España, Carmen destaca el papel de Málaga Acoge en la sociedad. “Nada es perfecto, pero es importante ver que hay personas que trabajan por un fin común. La labor que Málaga Acoge realiza se ha convertido en una necesidad indiscutible hoy por hoy y seguir haciéndolo con todas las complicaciones actuales en materia legal y económica”, subraya Carmen Rosario Lizandro, que cuenta que la única espinita clavada que tiene durante su voluntariado “es no poder hacer más cosas, lo que te crea una cierta insatisfacción”.