Actualizado hace 10 años – Publicado el 26 de agosto de 2013
Jair Quintero lleva 12 años en España. Le encontramos en Antequera recién llegado de Colombia tras pasar unas semanas allí. Continuamos con él la campaña Todas las piezas son importantes.
¿De dónde procede?
Yo soy del eje cafetero de Colombia, de la zona del centro de país. Concretamente del departamento de Armenia (Quindio), que es el más pequeño del país.
¿Cómo es aquella zona?
Es un lugar muy turístico, muy bonito. Y va gente de muchos países a visitarlo. Es una zona muy montañosa y muy verde: se cultivan muchos árboles como la yuca, cítricos, plátano, café… Y hay mucha diversidad de animales, también. Colombia en general es un país muy hermoso y un país al que quiero mucho. Hay demasiada guerrilla, eso sí… Siempre le teme uno a eso.
¿Por qué decidió viajar a España?
Vine como inmigrante en busca de otro porvenir, porque en nuestro país está todo muy regular. Al principio cuando llegué, allá por 2001, acá había mucho trabajo, pero ahora últimamente no hay nada. Es una situación difícil.
¿Qué recuerda de su llegada?
Recuerdo que al principio no encontrábamos trabajo y la policía nos perseguía mucho. De hecho, hasta me pillaron una vez y me dieron orden de expulsión para que me fuese a Colombia. Es que costó encontrar trabajo. Pero todo se solucionó en el último proceso de regularización, cuando conseguí mi documentación con un contrato de trabajo y estuve un tiempo trabajando en el campo. Ahora incluso tengo la nacionalidad española, pero la situación es muy difícil…
¿En qué ha trabajado en este tiempo?
Al principio me costó encontrar trabajo, pero luego fue más fácil. En esos años había mucho trabajo: y, por ejemplo, cuando trabajaba en la uralita me llamaron del Mercadona, pero no pude ir. También trabajé durante temporadas en la aceituna, otro tiempo estuve en La Virlecha (centro de educación), en la piscina. Luego me fui a probar a otros sitios: estuve en Toledo y Madrid, pero allá no encontré nada. Ahora, como decía, está todo más complicado y en Antequera lo único que hago son las temporadas en aceituna, porque no se consigue absolutamente nada en estos días.
¿Y qué planes tiene ahora?
A mí me gustaría ir a Alemania o Francia, pero es muy complicado por el idioma y por mi edad. Lo que me gustaría realmente es poder trabajar un tiempo, ahorrar y regresar a mi país. Ahora con mi edad es todo muy complicado…
¿Qué tal durante su estancia en Antequera?
Aquí la gente me ha acogido muy bien. Y a nivel de asociaciones también: Málaga Acoge, Cáritas o el Ayuntamiento siempre me han apoyado y estoy muy agradecido a toda la ayuda que me han brindado. La gente de Antequera acoge muy bien al de fuera.
¿Nunca ha tenido problemas por ser emigrante?
Por el hecho de ser de fuera sólo tuve un problema con una persona que decía que los inmigrantes veníamos a quitarle el trabajo. Pero eso no es así. Cuando yo llegué nadie quería trabajar y hacía falta mano de obra de fuera. De todas maneras, es que no se puede atacar así a todo el mundo: los estereotipos son sólo eso, estereotipos. Hay de todo en el mundo. Y no todos los colombianos somos buenos o malos, como pasa en cualquier lugar.
¿Qué aporta la diversidad a una sociedad?
Yo creo que aporta mucho. Aprendemos. Yo he conocido gente de muchos países y es una suerte. Tengo muchas amistades de Brasil, por ejemplo, y uno aprende mucho con ellos. También conozco gente de Nicaragua, ya que de América del Sur nos entendemos muy bien.