por Fátima Zohra Aharez El khabazi*
Cada vez las lágrimas se hacen más intensas, cuando los adultos me dijeron que eso se revertiría, que me acostumbraría, ¿acostumbrarme a ver la tortura y no sentir las ganas de vomitar? la realidad se está haciendo más dolorosa y cruel, peor que las películas de terror que siempre temo ver por lo que pueda hacerme asustar, pero el mundo tangible es aún más temible, son personas que de verdad sufren los caprichos de otros, el efecto mariposa ya no es tan bello como entendí la primera vez que me explicaron. Es todo un mar de muertos, son recuentos, como si eso consolase o peor aún cifras que alertan, pero por desgracia no despiertan.
No despertamos, seguimos inclinando la cabeza las mentes revolucionarias, seguimos complaciendo nuestro egoísmo con placeres creados por políticos narcisistas, dónde quedaron los gritos escuchados, la astucia infringiendo esas mentiras maquilladas a la perfección de justicia injusta, ellos crearon ese maldito destino por desiertos ya secos de lágrimas, no quedan más que serpientes habitando cuerpos secados de esperanza.
Alucinaciones persiguieron a tantos, golpes infectados de rabia, de necesidad de matarse en una valla, caídos por la tortura de policías y ni siquiera atrapan a mafiosos que de verdad merecen esos golpes, esas articulaciones rotas, caras masacradas, cárcel.
GRACIAS a los que han podido poner en imagen (cine) las voces que nos llegan y perdemos en la imaginación, pero la realidad supera la ficción, supera esas miradas, esa rabia, esas ganas, esa necesidad de traspasar una y otra vez los malditos límites impuestos por algunos de allí arriba, por dejarnos de algún modo dar ese salto a la empatía, a la consciencia, a ver con sus ojos, la de ellos, porque son las únicas que saben por donde tuvieron que saltar, a veces es éxito y orgullo. Otros números en la escala tan empinada de mortalidad en el mar.
Matados por justicia injustificada.
Díganme cómo podemos ser el silencio de esos gritos que hacen eco en cárceles mafiosas, de golpes rotos, de esos niños descuartizados por el calor de la rabia subir por sus pies descalzos, analfabetos de la maldad, inocencia traumada, cómo coño queréis que haya día de la paz cuando los genocidios siguen siendo aprobados por Organizaciones de la paz, cómo vamos a avanzar cuando MÁS DE MEDIO MUNDO está fundido en la pobreza creada por miradas de pena y mentes que el diablo sigue alucinando de la maldad de algunos que hacen satisfacerse con ese dolor, esas manipulaciones, juegan con VIDAS joder, con HUMANOS, con nosotros.
No me digan que no llore, no me digan que me acostumbre, no me digan que es lo que les ha tocado, no me digan que no hay solución para todo el mundo, no me digan que hay límites, ellos fueron los primeros de enfrentarse a esas fronteras, yo solo intento ser humana, ellos lo son, mis lagrimas no les salvaran, pero no tengo nada más que eso y unas cuantas palabras para expresar mi impotencia.
Yo pido perdón a todos los que saltaron a todos los que fueron los capitanes de esas pateras y barcos, a todas las que fueron violadas, a todos esos niños que perdieron su futuro, pido perdón por no poder salvar a todos los que murieron por cansancio, ojalá haber dado un poco de mí para que hubierais descansado y haber seguido hasta donde soñasteis estar. Perdón por las veces que os llamaron con un número y no vuestro nombre.
Que quien lea esto sepa que ojalá pudiera aliviar un poco todo ese dolor.
*Fátima es vicepresidenta de Málaga Acoge.
Ilustración de David Moreno del proyecto Artistas Acoge