Adela Jiménez siempre se ha dedicado a la enseñanza y a la educación. Nació y creció en el barrio malagueño de El Palo en una familia de siete hermanos y partió joven a América Latina. “Hice la carrera de Psicopedagogía en Ecuador. Viví en Guatemala y sobre todo en Nicaragua, siempre dando clases, que es lo mío”, afirma durante una entrevista en nuestra sede de calle Bustamante.
Pasó quince años al otro lado del Atlántico donde vivió de cerca las luchas de las comunidades indígenas, lo que le marcó para asumir el compromiso con la personas que ha demostrado en todas las etapas de su vida. “Hay gente muy comprometida en esos países, gente muy luchadora que trabaja sin recibir nada a cambio”. Cuando volvió a España en 1975 fue maestra en colegios públicos de Madrid, en especial en Vallecas, el barrio donde vivió y creó una escuela de adultos junto a las compañeras de la asociación de vecinas y vecinos.
Durante tres décadas trabajó en Madrid en la Plataforma de Escuelas Populares para personas adultas y formó parte de la asociación de mujeres de Vallecas. “Siempre me acuerdo de un hombre que nunca faltaba a las clases y que un día llegó y me dijo: Adela, he podido leer los carteles y señales del metro. Tenía tanta emoción. Llevaba un cuaderno y decía que escribía en él todo lo que podía. Escribo y escribo todo lo que puedo para aprender, decía. Son experiencias que te marcan mucho”.
“Yo no veo el voluntariado como algo extra en mi vida, como algo añadido, lo considero como un compromiso. He trabajado en Málaga Acoge porque quería y sentía que era lo que tenía que hacer”.
Militante durante muchos años en Cristianos para el socialismo y el Partido Comunista, cuando se jubiló en 2004 decidió volver a Málaga, a sus raíces. Aquí se unió a las Comunidades Cristianas Populares y al equipo de personas voluntarias que dan clase de español en Málaga Acoge donde ha sido vicepresidenta y presidenta de la Junta Directiva. “Desde los cursos de español intentamos no sólo que aprendan el idioma, sino que tejan redes y se integren en la sociedad”, apunta.
Jiménez ha demostrado bien que el voluntariado es su compromiso de vida. “Yo no veo el voluntariado como algo extra en mi vida, como algo añadido, lo considero como un compromiso. He trabajado en Málaga Acoge porque quería y sentía que era lo que tenía que hacer”.
Implicada en las reuniones y acciones de la Plataforma de Solidaridad con los y las Inmigrantes de Málaga, en cada Círculo del Silencio el segundo miércoles de cada mes, en las manifestaciones y concentraciones de denuncia y reivindicación por unas políticas migratorias más humanas, enseñando español a su clase…ha sido y es una mujer dispuesta y valiente.
Reconoce que ha estado muy influida por sus hermanos y familia. En cada etapa de su vida, en América Latina, Madrid y Málaga ha habido personas que le han impreso una huella especial: “La persona que prácticamente me dio la vuelta fue Monseñor Proaño, un obispo de Riobamba, en Ecuador, implicado en la lucha por los derechos de las personas indígenas”. Luego en Madrid fue muy importante para ella su amistad con la profesora de la Universidad Mari Carmen García Nieto, que le ayudó “a ser mejor” y fue el germen de la escuela popular de personas adultas de Vallecas.
En Málaga su vida siempre ha estado muy unida a Málaga Acoge y su gente. Ha estado en la calle exigiendo en la calle el cierre del CIE de Capuchinos, denunciado las devoluciones en caliente y las muertes en el mar, alzando la voz ante el encierro “sangrante” de migrantes en la cárcel de Archidona. También reivindicando vías seguras, denunciando el racismo y exigiendo más recursos para las personas sin hogar. “Se han vivido momentos duros, pero al mismo tiempo muy gratificantes que nos han servido para seguir adelante y seguir luchando”, apunta.
Asegura que es positiva y que se puede lograr una transformación. Es de las personas que piensan que todas y todos podemos poner nuestro granito de arena para que las cosas cambien a través de la denuncia y la implicación en movimientos o asociaciones. “Nuestro papel es luchar para que las personas más vulnerables tengan una vida digna». Toda persona tiene pleno derecho a elegir su forma de vida, a buscar un lugar en el que vivir dignamente. No puedes impedir que la gente se mueva libremente. Hay que proteger las vías y los derechos”, insiste.
Cuando echa la vista atrás, valora que a lo largo del tiempo “se han conseguido muchas cosas y una mayor sensibilización de la sociedad hacia la situación de las personas migrantes”.
En la última Asamblea Extraordinaria, de la asociación dio el relevo en la presidencia de la Junta Directiva a Helena Pernías. Ya no es nuestra presidenta pero sí ha sido y va a seguir siendo una persona primordial para la entidad .»Málaga Acoge ha sido mi vida aquí en Málaga, lo primordial, el lugar en el que he colaborado y donde me he sentido muy a gusto. Quiero seguir colaborando con la asociación y voy a estar disponible para todo lo que pueda hacer”,concluye.
Adela recibió un homenaje el 13 de diciembre junto a Luis Pernía por su labor en defensa de los derechos humanos y en el marco de unas acciones impulsadas por distintas organizaciones con motivo del 75 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.
Foto: Jesús Mérida