Actualizado hace 9 meses – Publicado el 22 de marzo de 2023
Cuando Abdelkarim dejó su casa en Nador (Marruecos) a los 16 años quería hacer realidad su sueño de vivir en España. Hoy tiene 21, cumplirá 22 en junio, trabaja en Málaga, y como ha regularizado su situación quiere ir pronto a visitar a su familia, a la que no ve desde hace cinco años. «A veces hablo con mi madre, tú sabes que el amor de una madre es grande y pase lo que pase siempre va a estar ahí apoyando, aunque sea desde lejos». Abdelkarim suele trabajar por las mañanas, pero esta semana tiene descanso y lo aprovecha para hacer muchas cosas. «Lo primero quiero sacarme el carné de conducir y también tengo que ir a la Seguridad Social para recoger la tarjeta sanitaria», cuenta este joven que está compartiendo piso con otros tres chicos en Málaga y está decidido a «salir adelante».
«Tenía 16 años cuando salí de mi casa, 17 cuando entré en el centro de menores de Melilla», recuerda Abdelkarim. «Partí en busca de una vida mejor, pero no para mí, sino para mis hijos en el futuro», advierte este joven que «siempre» mira «más lejos» y desea «tener una familia en mejores condiciones» que las suyas. Argumenta que en Marruecos «estudias un montón y al final no hay nada. Hay que esperar toda una vida para tener un trabajo».
Con una gorra negra, habla despacio y en tono bajo un buen español que aprendió sin mucho esfuerzo-apunta- en un curso de catorce meses en Melilla. Comenta que «nunca» ha tenido problemas con nadie, que ha ido «siempre a su rollo, a trabajar y salir adelante. Siempre respeto a la gente y siempre me respetan, la verdad. Mis padres me educaron así y eso quedó conmigo».
Abdelkarim estudió en Nador hasta que decidió partir. En Málaga comenzó clases de secundaria para adultos en el IES Vicente Espinel, pero las interrumpió y ahora le gustaría retomarlas. «Me gustaban las clases. Me llevaba bien con los profesores. Me gustaría continuar ahora que ya tengo mis papeles en regla».
Nuestro equipo jurídico y de Jóvenes le ha venido acompañando en el camino después
De Melilla a Málaga vino en barco y al principio vivió en casa de un amigo que lo acogió hasta que al mes tuvo que dejarla y empezó a trabajar en la calle en lo que le iba saliendo. «No ha sido fácil, la gente se quiere aprovechar de uno porque lo ven joven. Hay personas un poco racistas que te tratan mal», lamenta. Aunque enseguida agrega que ha encontrado también «gente buena, a la que no le importa de donde seas, porque te ven por tu persona, por lo que eres y no de dónde vienes».
En las calles del centro se ofrecía a limpiar cristales a cambio de unos euros. «Empecé limpiando cristales, no tenía otra. Me daban 3 ó 5 euros, hasta por uno». También, limpió coches un tiempo: » Cogía un cubo y un trapo y limpiaba. Para no pedir hacía algo a cambio». Hasta que un día una mujer le propuso un contrato de trabajo para limpiar pisos turísticos. «Confió en mí y empecé a trabajar», cuenta, convencido de que «paso a paso se consigue todo», que «si se quiere, se puede» y «siempre hay una segunda oportunidad».
Mirando al futuro
Está contento en su empleo actual, donde trabaja a media jornada y se lleva bien con sus compañeros. Cuando mira al futuro se ve con una familia, un negocio propio, un coche, una estabilidad. «Vine a trabajar, a tener una empresa, a crecer, a ser grande, pero todo legal, para eso vine aquí».
Si echa la vista atrás, Abdelkarim comenta que uno de sus «mejores recuerdos» en su camino migratorio fue cuando llegó a España. «Me sentí libre», apunta. En cuanto al peor momento «fue cuando me quedé sin trabajo, sin dinero, pero no me rendí y me busqué la vida rápido».
Conoció Málaga Acoge a través de otra persona que le recomendó venir a la asociación y desde que le conocemos le viene acompañando nuestro equipo de Jóvenes y jurídico.
Cuando termine la entrevista, dice que irá a tomar un café y a cortarse el pelo y por la tarde quedó en Torremolinos con unos amigos que hace tiempo que no ve. Anda en un patinete y cuenta que también tiene una bicicleta con la que le gusta ir a la playa y a la montaña. A veces, por las tardes, va a ver cómo juegan al fútbol los equipos del barrio donde vive.
Al preguntarle si quiere añadir algo más, responde que quiere «dar las gracias a todos los españoles» que le «ayudaron y apoyaron en los momentos que lo necesitaba». Tiene muy claro que «siempre hay que pensar en el futuro y que si uno tiene ganas de salir adelante, siempre algo de suerte le acompaña».