Actualizado hace 10 años – Publicado el 29 de julio de 2013
Su nombre es Gueye Ba Faye, pero en Torre del Mar todos le conocen como Bayefall. Vive en una caravana junto a su gato África. Es autónomo y posee un negocio de artesanía, principalmente de cuero, cerca del Paseo Marítimo. Salió de Senegal con 24 años tras estudiar un primer curso de matemáticas en la Universidad de Dakar, su ciudad natal y pasó por Marsella y Niza. Tras su fugaz paso por Francia vivió casi dos décadas en Milán, al norte de Italia. Pero el amor le llevó a Granada en 2006: se casó con una granadina. Cuatro años después, ya con 45, la vida le llevó hasta Torre del Mar. Le entrevistamos para la campaña Todas las piezas son importantes y responde en un perfecto español que, eso sí, mezcla con palabras en italiano. “Fue mucho tiempo allí. Las digo casi sin darme cuenta”, subraya.
¿Cómo aterrizó en Torre del Mar?
Llegué en 2010 para hacer una visita al guía espiritual. Vivía en Granada y cuando llegué aquí, en pleno mes de junio, vi que había muchísima gente en la playa y que podría ser buen sitio para vender el trabajo que realizo. Así que me decidí y me vine para acá. Un buen amigo me prestó una caravana para vivir y un terreno donde dejarla junto al Río Vélez. Y, desde entonces, ahí vivo.
¿Qué ha hecho durante este tiempo?
Comencé trabajando en el mercadillo por los distintos pueblos de la Axarquía, por Nerja… Pero siempre tenía muchos problemas con la Policía porque no tenía permiso para vender y todo era un lío. En abril de 2011 volví a Granada para una operación y al volver en junio, con las muletas, no podía hacer nada. Así que tuve ya más problemas para sobrevivir. Pero una amiga de Euskadi me ayudó económicamente, me empujó y en 2012 di el salto: me di de alta como autónomo y cogí durante el verano una de las casetas de venta en el Paseo Marítimo. Tenía que pagar mil euros al mes de alquiler: podía pagarlo con lo que vendía, pero no era fácil. Así que tras el verano decidí abrir un negocio en este local y aquí estoy.
¿Qué tal le va?
Ni mal ni bien. Voy tirando, es complicado. Pero vaya, mi situación es como la de este país en general, no soy especial por eso.
¿A qué se dedica concretamente?
Todo tipo de artesanía: pulseras, bolsos, cuero, cristal… Me enseñó mi mujer en Granada, a ella le debo haber aprendido todo esto.
¿Y cómo se ha adaptado a Torre del Mar?
Vivo solo, estoy muy tranquilo. No tengo gran relación con el resto de la comunidad de senegaleses porque yo soy mucho más independiente, más tranquilo y solitario. Pero en Torre del Mar todo el mundo me conoce: desde los agentes de Policía Local o Guardia Civil hasta los vecinos del barrio. La gente sabe quién soy.
Ha tenido buena acogida, entonces.
Sí. Nunca he tenido problemas y mucho menos por el color de la piel. La gente me trata con cariño, me ayuda. Por eso estoy muy a gusto aquí. La vida a veces es un poco dura por el tema del trabajo, pero mientras haya algo para comer no me podré quejar. Fíjate en mi tierra, en África hemos estado siempre en crisis y aún seguimos. Hay que darse cuenta de que el sistema es lo que falla y buscar soluciones para cambiarlo y evolucionar hacia una vida mejor.
¿Cree que se puede cambiar todo?
Lo que está claro es que la crisis es culpa del sistema, no de las personas. Y todos deberíamos tener más claro que podemos cambiar la situación, tener fe en ello. El mundo y la vida hay que vivirla, aprovecharla, no pasar tanto tiempo pensando en la crisis y agobiados por la situación. Además, no hace falta tanto dinero como siempre nos han contado para tener una vida buena, ni de lejos. Debemos olvidar más lo que dicen los políticos y centrarnos en nuestras cosas.
¿Qué le diría a los que piensan que las personas inmigrantes tienen gran parte de culpa en esta crisis?
Insistiría en que la culpa es del sistema, no de las personas. Eso es lo que falla. Y también que la migración ha existido siempre. No hay país que haya enviado personas a otros lugares y recibido personas de otros países. Eso ha pasado y pasará siempre. Y, además, la integración de todas las personas es muy buena, positiva para todos, se aprende mucho. Eso sí, los que venimos de fuera también tenemos que poner de nuestro lado y adaptarnos al lugar al que vamos a vivir, no podemos pretender vivir como lo hacíamos en nuestro país. Hay que hacer un esfuerzo para conseguir esa integración plena.
¿Volverá a Senegal?
Sí, claro. Hace unos años que no voy, pero después del verano me gustaría ir. La relación con mi familia es muy buena, hablamos todos los días. Y tengo ganas de volver a verlos.